
Hablar de esquí en nuestro país es mayoritariamente hacerlo de esquí alpino y, en menor medida, de esquí nórdico.
Sobre el primero, el alpino, creo que todos tenemos más o menos claro que se basa en que nos ayudamos de un remonte, normalmente por cable y más recientemente por cinta, para, una vez en la parte superior donde termina el medio de transporte elevador (telesquí, telesilla, telecabina, teleférico o cinta transportadora), empezamos el descenso con bota sujeta a los esquís con fijación fija.
En el esquí nórdico se incluyen varios tipos de esquí, concretamente aquellas disciplinas en las cuales no se fija el talón de la bota a la base de los esquís, a diferencia del esquí alpino. Por ejemplo: el esquí de fondo, ya sea en estilo patinador o clásico, normalmente practicado en terrenos más bien planos o de poca pendiente, y con esquís estrechos, y el telemark, con un tipo de esquí más ancho que los anteriores y más apropiado para pendientes.
Sin embargo, hay otras modalidades menos convencionales que también son esquí, y que van sumando nuevos practicantes.
El Heliesquí, que te suban a una cima en un helicóptero y desde allí iniciar el descenso con esquís, el esquí de montaña (skimo), que consiste en foquear pendiente arriba con tu propio esfuerzo hasta una montaña, y una vez arriba quitarse las pieles para iniciar la bajada con esquís, y el Cat-ski, facilitar la subida con pisanieves hasta un pico y desde allí iniciar el descenso, son tres de ellas.
Són modalidades de esquí fuera de las estaciones de alpino, o modalidades también llamadas Freeride. El esquí de montaña es una de las más conocidas y practicadas de entre las tres. Lleva años siendo popular pero desde hace unos quince años, se percibe un claro aumento de practicantes. Las otras dos, el Heliesquí y el Cat-Ski, también empiezan a ser muy populares. Las tres están siendo muy demandadas para viajes de esquí, en parte fuera de nuestro país, por lo que se hace necesario contar con seguros de esquí. Aún así, hay matices que las diferencian más allà de la forma de subir hasta la cima para después iniciar la bajada.

Para saber un poco más de ellas, especialmente en cuanto a donde practicar, qué riesgos suponen y para quién están indicadas, hemos hablado con tres guías de alta montaña
Heliski, llegar a la cima en un helicóptero 6v3do
Jorge Valle, de 36 años, es guía de alta montaña con credencial internacional UIAGM. Titulado como Técnico Deportivo Superior de Alta Montaña, trabaja como guía desde los 21 años, inicialmente en la Val d’Aran, dónde ha estado guiando y acompañando profesionalmente a los grupos que practican heliski en la zona, por ejemplo con la compañía Pyrenees Heliski. Y es que la Val d'Aran casi se podría considerar algo así como el epicentro del Heliski de los Pirineos.
Actualmente, reside en Austria, combinando vida familiar y laboral, motivo por el cuál se ha ido apartando progresivamente del guiaje del heliesquí y especializándose en otras modalidades de deportes de alta montaña.

Lo primero, le pregunto por el origen y tipo de esquiador que acostumbra a practicar heliski. Jorge explica que “lo puede practicar todo tipo de esquiador que se desliza bien sobre nieve no tratada y con una base técnica mínima de esquí fuera pista porque las bajadas se adaptan a los niveles de los participantes, el heliski no es un deporte extremo”. Y sobre la tipología más habitual de clientes que contratan esta modalidad razona que “es variado. Pueden ser grupos de amigos, familias enteras o montañeros habituales acostumbrados a la montaña y al fuera pista”. También es muy popular regalar por cumpleaños o aniversarios la experiencia de heliski.
Destaca que previamente a la actividad se consensúan los itinerarios entre los guías y el powman (nivólogo), aunque matiza que “siempre condicionado al riesgo de avalancha, el nivel de los grupos, la calidad de la nieve , la meteorología y la visibilidad de vuelo”. Añade que normalmente se hacen bajadas de varios grupos y cada uno con su guía, pero también están un tipo de sesiones privadas de un solo grupo, a la carta, a las que se añade un segundo guía por seguridad.
Sobre el origen, Jorge concreta que en la Val d’Aran son mayoría los originarios de las zonas de Madrid, Catalunya y País Vasco. “También tienen visitas de clientes internacionales como rusos, de Suiza, Francia o Inglaterra, o de Suecia y Noruega”, detalla Jorge, de quienes remarca que “casi siempre responden a un perfil económico de nivel más bien elevado y de más de 40 años”.
Aunque el heliski es una actividad segura, ya que para ponerla en práctica previamente se analizan con detalle los posibles riesgos que desaconsejan su práctica, existen algunos condicionantes que pueden frenar su práctica: un estado de la nieve que lo desaconseje, el viento fuerte o la falta de visibilidad para el helicóptero o el riesgo de avalanchas. Pero aún en buenas condiciones el riesgo 0 no existe, así que se hace necesario disponer de una póliza de seguro para esta modalidad. Al respecto le pido a Jorge si hay que contratar por cuenta propia, o si al contratar la sesión de heliski ya se incluye un seguro que incluya posibles accidentes.

Jorge aclara que todos los guías tienen contratado su seguro de responsabilidad civil, e igualmente la tiene por su parte la compañía de helicópteros que ofrece la actividad. “Aparte del seguro que pueda tener cada esquiador, los habituales de federaciones de montañismo o de federaciones de deportes de invierno, es importante leerse siempre la letra pequeña para asegurarse que se incluye la modalidad de heliesquí”, advierte Jorge, que quiere subrayar que “las compañías de seguros ofrecen varias tarifas para diferentes actividades, y cada tipología seguro tiene sus prestaciones ajustadas a ese precio”.
Señala que por esas razones en la compañía de heliski “se invita al cliente a contratar el seguro de la actividad que ofrece la misma compañía”, y que por aproximadamente 20 euros es una póliza que “cubre el rescate, atención médica, rehabilitación y evacuación hasta el helipuerto o un centro hospitalario, si fuera necesario", declara.
El Cat-Ski, subida en pisanieves 1o6q4c
El Cat-Ski es otra de las modalidades de esquí poco convencionales y relativamente poco conocida, pero ya se la puede considerar una actividad deportiva emergente. Se trata de subir o desplazar a los esquiadores hasta el inicio de una pendiente, o cima, mediante una pisa nieves, equipada con cabina trasera para el transporte cómodo de los esquiadores. Tiene algunas similitudes al heliesquí, pero en realidad es para entornos con menos riesgos que los accesibles en helicóptero y para desniveles menores.
Por lo general es más económico que el heliesquí y es más aconsejable para trayectos de desplazamiento más cortos. Se puede realizar una actividad prima-hermano del Cat-Ski (con cabina) mediante la pisanieves de cable trasero, permitiendo una mayor capacidad de transporte. En este caso se practica desde una estación que ya dispone de remontes, y solo se utiliza para facilitar un controlado.

¿Algunos ejemplos cercanos? El que más se acerca a la idea original del concepto Cat-Ski es el que nació en la antigua estación de esquí de Llessui en 2014, del cual ya se hizo eco precisamente Nevasport. Más alejado en el tiempo, estaría bien recordar el proyecto que se inició en Soldeu El Tarter en 1994. Y mucho más actual y todavía en activo, el de Formigal, donde se utiliza una pisanieves con cable-teleski para acercar esquiadores hasta la pista Pipos.
Xavi Llongueras, 60 años, es un guía de Alta Montaña UIAGM con base de operaciones en la Cerdanya desde el año 2007. Acompaña alpinistas por todo el mundo, desde el Kilimanjaro o el monte Ararat pasando por el Aconcagua, pero su especialidad es precisamente los viajes de esquí de montaña y Cat-Ski, sobre todo en las montañas de Noruega y la Patagonia para la primera modalidad, y de Georgia para la segunda. En cuanto a la modalidad de Cat-Ski, Xavi explica que “en mi caso los clientes de esta modalidad provienen mayoritariamente de Catalunya, pero también de otras partes como Madrid o País Vasco” y responden a un perfil de “esquiadores de alpino y de esquí de montaña que previamente han realizado viajes de “semana blanca” a Japón, Canadá o EE. UU.. y que buscan experiencias diferentes”. Añade que “el Cat-Ski es una modalidad menos exclusiva o elitista que el heliesquí, pero eso no significa que sea económica, así que se trata de un esquiador con un perfil de edad de 50 años para arriba, estabilizado económicamente, pero con ganas de cierta aventura”.
Teniendo en cuenta que la práctica del Cat-Ski se realiza principalmente fuera de los Pirineos, conviene saber que es necesario contratar esta actividad mediante guías de alta montaña o alterativamente en agencias de viaje que, igualmente, van a delegar la actividad final con el Guía de Alta Montaña local en el destino final.

En ese sentido Xavi explica que “los guías tenemos contratado un seguro de responsabilidad civil para toda la actividad, pero igualmente el cliente-esquiador-viajero tiene que tener contratada una póliza que cubra dos cuestiones básicas.
La primera, el seguro de viaje para posibles imprevistos o cancelaciones, por si tiene que aplazar o suspender la salida por motivos de causa mayor, familiares o médicos, o quizás por pérdida del material de esquí en el aeropuerto, entre otros imprevistos. Y la segunda, un seguro de la actividad deportiva en sí misma, con alcance geográfico en el país donde se vaya a realizar" y recuerda que es muy necesario leer bien la letra pequeña para asegurarse "que cubre la realización de esquí fuera pistas, a qué altura se va a realizar la actividad (por lo general los seguros marcan líneas de alto riesgo y condiciones especiales por encima los 5.000 metros), asegurando el rescate, la evacuación, primeras atenciones médicas y traslados de vuelta a casa".
“Hay que evitar sorpresas de última hora. Siempre es aconsejable trabajar con profesionales, ya sean guías, agencias de viaje o incluso los medios de transporte para el viaje hasta destino o para los traslados internos”, concluye Xavi.
El esquí de montaña o Skimo, el esfuerzo de foquear y la recompensa g1n5j
Al esquí de montaña también se le conoce como esquí de travesía y más recientemente con la abreviación Skimo (abreviación de la defimnición inglesa ski mountaineering), aunque en realidad la travesía identifica la práctica del esquí de montaña cuando se realiza durante varios días, o etapas, y la segunda corresponde más bien a la denominación competitiva (el sprint o las verticales).

El caso es que el esquí de montaña tiene una larga tradición en todo el continente europeo, pero en los últimos 15 años esta modalidad ha notado un realce del número de practicantes en el sur de Europa. Así lo confirman los datos de ventas en tiendas de deportes, los tracks realizados mediante apps especializadas o incluso por el incremento de la cifra de rescates.
Hay varios motivos, no muy rigurosos, que explican ese aumento. Hay quien lo atribuye al efecto Kilian Jornet, otros a la búsqueda de nuevas experiencias por parte de la comunidad de esquí alpino más veterana, o quien lo atribuye a motivos económicos.
Oscar Alemán, 46 años y del Pont de Suert, es guía de Alta Montaña UIAGM titulado desde 2010. Su base de operaciones es básicamente la Alta Ribagorça, la Val d’Aran y el valle de Benasque, aunque también realiza salidas a los Pallars y expediciones a los Alpes. La práctica con clientes siempre va condicionada al nivel técnico de los esquiadores y a los grosores de nieve. Y el lugar donde foquear dependerá de las condiciones de la nieve o de la meteorología.
La mayoría de sus salidas son de día, ida y vuelta por un mismo itinerario, o quizás con una bajada por un valle diferente al de subida. Conforme avanza la temporada y mejoran las condiciones del manto nival en grosor, y en cotas, se incrementan las salidas tipo “travesía”, las que se realizan en dos o más jornadas enlazando valles y montañas mediante la pernoctación en diferentes refugios.
Sobre el origen y tipología de clientes, Oscar explica que “existe un perfil cada vez más amplio de practicantes, pero hay que reconocer que en los últimos años el nivel técnico está subiendo”. Lo vincula al hecho de que muchos de los nuevos practicantes provienen del esquí alpino y dominan muy bien los aspectos básicos.
“Antes no era así. El esquí de montaña lo practicaba un alpinista que más bien vio que los esquís eran solamente una facilidad para llegar a una zona, una solución práctica para aproximaciones y no hundirse en la nieve. La bajada con esquís casi que llegaba a ser lo menos importante”, afirma Oscar. Pero eso, asegura, "ha cambiado" y llega un nuevo perfil de esquiador de montaña. Y con el añadido que hay un incremento que ha sido progresivo desde, aproximadamente, el 2011 y 2012, años en que se puede fechar esa subida.
Sobre la técnica del nuevo practicante, afirma que "con hablar e intercambiar experiencias en una breve charla con los clientes, ya puedo filtrar un poco cuál va a ser su capacidad de moverse sobre los esquís y por ello cuáles son los itinerarios o rutas que mejor se adaptarán a su nivel. Aunque eso sí, luego hay que ver su fondo físico”, y es que el guía de Pont de Suert señala que el cliente que predomina más recientemente “el que llega a la Alta Ribagorça es de origen urbano, sobre todo de Barcelona y su área metropolitana, de 40 o 50 años para arriba. Aunque eso cambia con el cliente de la Val d’Aran, ya que entonces acostumbra a ser de País Vasco o de Madrid”.

Destaca que, origen geográfico y cuestión física aparte, el nuevo practicante responde a unas motivaciones bastante definidas. "Se trata de un perfil de esquiador que ha estado muchos años como habitual en una misma estación, junto a su familia, pero ahora busca nuevas cosas. Quizás sus hijos siguen en el club de toda la vida, pero se han pasado a la competición y siguen su propio camino", razona Oscar, quien añade que "ahora tiene la libertad y oportunidad de poner en práctica una actividad que le resulta más flexible de horarios, socialmente nueva, y que quizás le reconforta más”.
Finalmente, en lo que respeta a seguridad, Oscar aclara que el esquí de montaña es un deporte en el cuál se puede minimizar el riesgo si se toman medidas de seguridad básicas, pero igualmente exige ser prudente y asegurarse siempre de cuáles van a ser las condiciones meteorológicas, de la nieve y del tipo de cima que se pretende foquear y descender.
Por ello recomienda ir siempre a la montaña con un buen seguro, especialmente cuando se va por libre. Como guía profesional, añade que en su caso dispone de dos seguros, uno propio para responsabilidad civil y un segundo para los posibles accidentes de sus clientes. "Y como siempre, hay que leer bien que incluye la póliza contratada", concluye.
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